Tu marca personal es el resultado de una serie de acciones que producirán un impacto memorable en la mente de otra persona. El personal branding es el proceso mediante el cual transmitirás esa huella.
Si no lo gestionas bien, te dejarás llevar por las circunstancias y acabarás generando en tu audiencia un impacto incontrolado y confuso. En lugar de aparecer como un profesional definido, tu imagen será como la de los hijos de los famosos que aparecen en las revistas, pixelada y borrosa.
Lo cierto es que ser tenida en cuenta no es complicado, al menos sobre el papel. En realidad, sólo debes cumplir los siguientes requisitos:
Que sepas quién eres, lo que te motiva, lo que quieres, lo que te paraliza. De nada sirve tener todos los recursos, infraestructura, contactos y herramientas del mundo si no te controlas.
Debes ser visible, conseguir notoriedad, ser conocida, en definitiva, debes hacerte un hueco en la mente de quienes quieres que piensen en ti. Si no apareces con frecuencia en el «radar» de tu audiencia, se olvidarán de ti.
Puedes ser muy popular y muy amigo de tus amigos sin que nadie te asocie con un beneficio. Por eso debes vincular lo que sabes hacer a tu nombre, dicho de otro modo, que cuando piensen en ti, tengan claro cómo puedes ayudarles. Evidentemente, primero debes estar capacitado, pero es aún más importante marcar tu territorio lo antes posible.
Si el personal branding es ahora más necesario que nunca es porque hay mucha gente buena, bien preparada o, simplemente, hay un exceso de demanda. Por eso es fundamental que, además de hacer las cosas bien y que te conozcan, generes un impacto perdurable. Está relacionado con la forma de comunicar y de transmitir lo que haces, con la imagen que proyectas y las experiencias que generas.